Es la primera carta que le escribo a alguien, es la primera y la última. Cuanto quisiera no haberme enamorado, cuanto quisiera no haber puesto la pequeña parte de lo que sentía. ¡Oh, cuánto quisiera!
Pensé que sería diferente, pensé que esta vez podíamos tocar el cielo o volar, pensé que huiríamos y ya no habría reglas, y si las hubiera las quebrantaríamos todas, pensé que seríamos inseparables, pensé, pensé...
¿Por qué diablos pensé?
Lloré lo que pude y cuando acabé me dije que no era suficiente, que al día siguiente seguiría llorando porque este desamor se merecía eso y más. Porque este desamor me partió en dos, porque este desamor es el primero de ninguno.
